viernes, 20 de agosto de 2021

LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO


https://www.youtube.com/watch?v=1BJecN-s158

_ UNIR CON FLECHAS SEGÚN CORRESPONDA.

●EL CERDITO PEQUEÑO…            …HIZO LA CASA DE MADERA.


●EL CERDITO MEDIANO…             …SE FUE AL BOSQUE.


●EL CERDITO MAYOR…                 …HIZO LA CASA DE PAJA.


●EL LOBO…                                     …HIZO LA CASA DE LADRILLOS.

martes, 15 de junio de 2021


La leyenda de la piedra movediza

     Hace mucho tiempo, cuando la Tierra era joven, existió una piedra enorme. Eso no tiene nada de raro porque el mundo está lleno de piedras enormes. Pero ésta era distinta: más grande que tres elefantes, tenía en la base una punta redondeada que se posaba sobre el lomo de la sierra. Quedaba así en equilibrio hamacándose en el aire. Y siguió, siguió durante siglos. ¿Por qué la piedra se balanceaba, allí, suspendida?
     Cuenta la leyenda que, en los comienzos, la Luna y el Sol estaban casados y vivían en la Tierra. Eran muy poderosos y crearon la pampa, la adornaron con pasto, árboles y ríos. Y cada una de esas cosas fue la casa de los animales. Crearon también al hombre.
     Terminada la tarea, dijo el Sol:
     _ ¿Cómo podemos vigilar mejor todo lo que hicimos?
     _ Desde arriba _ dijo la Luna.
     Así que se fueron a vivir al cielo y desde allí iluminaron el camino de los peces, el calor de los nidos, la vida de los hombres y de las mujeres.

     Pero sucedió que el puma que estaba en la Tierra se puso feroz y angurriento. Comía todo lo que encontraba. Ya no le bastaban los animales pequeños. Se fue poniendo muy grande, muy grande. Y su hambre era también gigantesca. Por eso quiso comerse al mismo Sol.
     Tanto se afanó en este antojo que le crecieron alas y subió al cielo a perseguirlo. El Sol fue palideciendo, perdiendo calor, porque el puma, cada vez más goloso por algunos rayos que había logrado probar, lo acechaba en todos los rincones del cielo.
     Entonces los hombres que vivían en la Tierra se pusieron en guardia. El Sol era su creador, y además no podía faltarles la luz y el calor. Se reunieron y alistaron las flechas.
     Justo en el momento en que el puma estaba por dar el zarpazo para arrastrar al Sol a su escondrijo, miles de flechas se clavaron en su cuerpo.
     El puma rugió y cayó de lo alto haciendo mucho ruido. Pero no murió.
     La Luna, que se desesperaba en el cielo, empezó a tirar piedras hasta taparlo. Todas esas piedras fueron tomando forma de sierras. La última, enorme, quedó extrañamente apoyada en lo más alto. Y Allí empezó a moverse al compás de los latidos del corazón del puma. De aquel puma que había querido comerse al Sol.



_ Marcar con X en verdadero (v) o falso (f) según corresponda.

■ En los comienzos, la Luna y el Sol no vivían en la Tierra.   
 
       v (   )                          f (   )       
■ La Luna y el Sol crearon la pampa, a los animales y al hombre.

 v (   )                             f (   )
■ Para vigilar lo que habían creado, la Luna y el Sol se fueron a vivir al cielo.
  
                 v (   )                       f (   )
■ Un león gigante quiso comerse al Sol.                        
     v (   )                             f (   )
■ Los hombres lanzaron flechas al puma hambriento.

       v (   )                            f (   )
■ La Luna le lanzó troncos hasta taparlo, formando sierras.

        v (   )                            f (   )

_ Ahorcado.

• La enorme piedra era más grande que tres…











• Al puma le crecieron…






• Los hombres lanzaron al puma miles de…









• La enorme piedra se movía al compás de los latidos del corazón del…








lunes, 17 de mayo de 2021

Los isondúes

Los isondúes

      Un buen día Tupá decidió crear a los hombres. Y los creó. Pero a los hombres les hacían falta muchas cosas para poder vivir. Entonces, Tupá, que era bueno, les dio la primera hoguera. ¡Imagínense todo lo que podían hacer los hombres con el fuego!

     Todo iba bien hasta que a Añá, el malo, se le ocurrió dar una vuelta por la Tierra. ¡El disgusto que se llevó! De tan enfurecido que estaba, se había puesto rojo. Claro, como era casi el anochecer, él había pensado que encontraría a los hombres muertos de frío…Pero no, nada de eso. Lo que realmente vio Añá fue que a lo largo de los campos brillaban pequeñas fogatas y alrededor de las fogatas…¡Sí! ¿Cómo adivinaron?, ahí estaban los hombres de lo más contentos con el calorcito, contándose historias mientras comían. Y eso fue lo peor: Añá, el malo, no podía soportar que los hombres se sintieran unidos alrededor de los fogones… tan unidos, que hasta se olvidaban de sus peleas y compartían sus alimentos.

     Y entonces Añá, que por algo era malo, tomó mucho aire, tanto que casi se le reventaron los cachetes, y salió volando sobre los campos. Cada vez que veía una fogata, soplaba con todas sus fuerzas.

     ¡No saben el susto que se llevaron los hombres! Los pobres no comprendían qué estaba sucediendo y temían que el fuego, que era tan bueno, se perdiera para siempre. El ventarrón desparramaba miles de chispas por todas partes, mientras Añá corría como loco de acá para allá tratando de apagarlas del todo.

     Cuando Tupá se enteró de lo que estaba ocurriendo en la Tierra, decidió que no se iba  a poner nervioso. No, señor. Todo lo contrario: se sentó y se puso a pensar una estrategia para que Añá no se saliera con la suya. Pensó y pensó, y se le ocurrieron muchas ideas. Pero, de todas las ideas, hubo una que le gustó más, y entonces la puso en práctica.

     Como Tupá era muy poderoso, transformó las chispas que andaban desparramadas por la Tierra en isondúes.  ¿Saben ustedes qué son los isondúes? Son insectos, pero insectos muy particulares que, mientras vuelan, se encienden y se apagan de a ratitos. Como si fueran chispas.  De tan atolondrado que era, Añá ni se dio cuenta de la transformación y siguió corriendo y soplando detrás de lo que él creía que eran chispas. Así fue como se alejó de los fogones, donde todavía quedaban brasas encendidas.

     Pero los hombres se habían quedado de lo más desconsolados. ¡Y no era para menos! Los pobres creían que sus fogatas, ese regalo tan preciado que hacía poco tiempo les había dado su dios, se habían apagado. Tupá sintió pena y bajó otra vez a la Tierra para enseñarles a mantener vivas las brasas.

     Mientras tanto, Añá seguía corriendo y corriendo detrás de los isondúes, decidido a apagar todo el fuego de la Tierra. Un día, cansado de tanto correr y soplar, se detuvo un ratito y vio que los hombres estaban otra vez sentados alrededor de sus fogones, cantando, comiendo, trabajando…

     Entonces, lleno de rencor, se metió en una cueva oscura y se quedó allí, pensando en nuevas artimañas para destruir lo construido y borrar lo aprendido. Y ahí se quedó.

     Pero lo importante es que, desde aquel día, los isondúes siguen volando sobre los campos, como estrellas cercanas que alegran las noches de los hombres.

                                                                                                                                                                                               Leyenda guaraní 


■ En las siguientes oraciones referidas a la leyenda que leímos hoy, pintar la respuesta correcta.

_ Para vivir, los hombres recibieron de Tupá las piedras/el fuego.

_ Añá se disgustó/alegró al ver a los hombres calentándose con el fuego.

_ El dios Tupá/Añá volaba por los campos soplando para apagar las fogatas.

_ Tupá transformó las chispas en isondúes/mariposas para engañar a Añá.

_ Aña, cansado de correr y de soplar, se metió en una casa/cueva para pensar.

 

■ En el siguiente cuadro contar…

Lo que me gustó de la leyenda…

Lo que no me gustó de la leyenda…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

■ Escribir un texto corto de unas cuantas oraciones contando de que se trata la leyenda leída hoy.