domingo, 3 de septiembre de 2017

La leyenda del amancay


La leyenda del amancay
     En un tranquilo lago de la Patagonia encerrado entre montañas nevadas nace un correntoso río. Cerca de sus orillas viven los mapuches, palabra que significa “gente de tierra”.     
      Hace muchos años, entre estos aborígenes se encontraba Quintral, el hijo del cacique. Era un joven apuesto, valiente y ágil. Como su padre era el jefe de la comunidad, tenía a su cargo muchas tareas: organizaba el trabajo y entrenaba a sus hombres para el uso de las armas y del caballo.  
      Por las tardes, luego de haber cumplido con sus labores, a Quintral le gustaba recorrer la zona y se entretenía cazando y pescando en la orilla del río. Caminaba hasta el brillante espejo del lago, donde se quedaba un largo rato mirando el paisaje reflejado en las aguas cristalinas.   
      Fue una fresca tarde de otoño, durante uno de esos paseos, cuando Quintral conoció a Amancay, una hermosa y sencilla joven. Se vieron por casualidad: ella juntaba leña en el bosque cercano y el hijo del cacique paseaba en la soledad del lago. Él la saludó maravillado: nunca había visto una muchacha tan hermosa, con el pelo renegrido como la noche y con una sonrisa clara, muy clara, casi tanto como las aguas del lago. Se pusieron a conversar y desde ese día se encontraron todas las tardes en ese lugar y se fueron enamorando.   
      Así fue pasando el tiempo, entre paseos y charlas, hasta que un día llegó a esa región una epidemia. Uno a uno fueron enfermándose todos los habitantes de la tribu e, incluso, Quintral comenzó a sentir los síntomas de este mal.     
      Su padre y Amancay lo cuidaban día y noche para lograr su mejoría, pero nada parecía calmar la fiebre. Entonces la joven decidió consultar a una machi (curandera). Ella le dijo que para salvar a los enfermos debía preparar un té con una flor que crecía en las montañas heladas. Amancay sabía que era peligroso ir hasta allí. Pero era tan grande el amor que sentía hacia Quintral y su tribu que no lo dudó y se fue hacia las cumbres heladas.     
      Caminó días y noches enteros, cruzó peligrosos arroyos y ascendió cumbres cubiertas de hielo. Y así logró llegar a la cima de una de las montañas más altas. Allí, bajo las aguas de una cascada, encontró la preciada flor... Al verla, lágrimas de alegría brotaron de sus ojos y empaparon los capullos que Amancay iba cortando.   
      Fue entonces cuando, sobre la hermosa cascada, apareció un cóndor. Enojado porque Amancay había ingresado en sus dominios, le quitó los capullos con el pico y se alejó volando por las altas cumbres.     
      Mientras volaba, iba regando el camino con las lágrimas de Amancay, que caían de los pétalos como gotas de lluvia.     
      Las lágrimas se zambulleron en la tierra y en cada uno de esos lugares empezaron a crecer también pequeñas flores amarillas y rojas.     
      Y fue una de esas flores, nacidas de las lágrimas de la indiecita, la que logró salvar a Quintral y a los otros enfermos de la tribu.     
      Es así que si alguien va al sur puede ver por los valles y las montañas de la Cordillera, una preciosa flor de varios pétalos, bella como Amancay, teñida de un amor intenso. Por supuesto, es la flor del amancay.

Leyenda argentina


_ Responder.

1_ ¿Quién era Quintral?

2_ ¿Quién era Amancay?

3_ ¿Cómo se curarían los enfermos según una machi?

4_ ¿Quién era la ave que apareció enojada?

5_ ¿Qué pasó con las lágrimas que caían desde los pétalos de la flor? 

6_ ¿Dónde crece la flor de amancay?


_ Encontrar cuatro personajes de la leyenda en la sopa de letras.

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