V.Z.1
- El Robot
V.Z.1 era un robot
muy perfecto. Su cerebro de acero, atornillado en el interior de su cabeza
cuadrada, funcionaba prodigiosamente. El profesor Krum estaba muy orgulloso de
él. Frecuentemente probaba su eficacia poniendo una tarjeta en la ranura de su
boca:
“¿Cuánto tardaría en llegar a Groenlandia caminando?”. Al segundo, ¡Prin!, la tiesa mano de V.Z.1 se alzaba con la respuesta justa:
“Diecinueve años, siete meses, veintinueve días, cinco horas, ocho minutos, cinco segundos y un ratito más. ¡Ah, y no lleve heladera, no la va a necesitar!”
_ ¡Oh, V.Z.1! ¡Sos formidable, y además, tenés sentido del humor! _ exclamaba satisfecho el investigador.
Otras veces le preguntaba: “¿Cuánto pesa un elefante al nacer?”
¡Prin!, la respuesta: “Noventa kilos. Y como al venir al mundo, llora, igual que los chicos, usa la trompa, como si fuera el revés de la manga, para secarse las lágrimas”.
_ ¡Ah, V.Z.1! ¡No hay dudas... , qué perfección! _ reconocía con orgullo el profesor Krum. Y volvía a poner a prueba su invento.
_ A ver, respóndeme ahora: ¿Qué es un paraguas?
_ ¡Prin! Un paraguas es un bastón con polleras.
_ ¡Jajajá! ¡Oh, V.Z.1 sos genial y …, sobre todo, muy divertido!
¿Y si jugamos a los “colmos”? _ Y una tras otra echaba las tarjetas.
_ ¿Cuál es el colmo de un bombero?
_ ¡Prin! Tener muchos humos.
_ ¿Y qué más?
_ Cocinar un guiso a fuego lento.
_ ¡Jojojó! ¡Bravo V.Z.1! _ E iba otra tarjeta. _ ¿Y el colmo de un relojero?
_ ¡Prin! El colmo de un relojero es tener un tic... nervioso.
_ ¡Jajajá... jojojó! _ El profesor Krum se regocijaba. ¡Su obra era todo un acierto de precisión! Y apretando los botones del tablero-guía, dejaba a V.Z.1 por fin en reposo.
Y allí quedaba el robot; su pesada y geométrica figura arrinconada, las grandes manos de metal tiesas, y los ojos de ágata apagados mirando la nada.
Una mañana, el profesor Krum se acercó con su problema:
_ ¿De dónde vienen los platos voladores?
El investigador esperó. ¡Nada! El conocido ¡Prin! que anticipaba las respuestas no se hizo oír.
_ ¡Hum! ¡A ver esta otra! _ murmuró el científico introduciendo una nueva pregunta _. ¿Cuál es la presión atmosférica y la temperatura de este momento en Bombay?
¡Pero nada! ¡Silencio y quietud absolutos! Extrañado, el profesor Krum se acercó a V.Z.1. Palpó su cabeza y la caja blindada de su cuerpo; fue al tablero. ¡Todo estaba en perfectas condiciones!
_ ¡Vamos, muchacho de lata! _ dijo burlón. _ ¡Respóndeme!
Pero no hubo caso. Ya impaciente, el profesor tomó sus destornilladores, pinzas y contactos... ¡Plin, plan, chin, plun...! desarmó al robot, y luego, minuciosamente, lo volvió a armar. Engranajes, válvulas, cables, pilas, sensores, ¡Todo estaba en orden!
_ ¡Ahora probaremos con una pregunta divertida!, ¿eh, V.Z.1? Y a continuación puso una tarjetita humorística.
Más no hubo nada que hacer. El robot, aparentemente perfecto, no funcionaba ya.
Días y noches pasó el profesor tironeándose las barbas y piensa que te piensa, hasta que una mañana fue hacia V.Z.1 con una tarjeta que decía: “¿Qué te pasa? ¿Qué necesitas?”
¡Prin! El sacudón sonó en los oídos del doctor como la campanilla de un hada. La rígida mano tendía la respuesta: “Me siento solo. Necesito un amigo”.
Los ojos del profesor Krum se iluminaron primero y se empañaron después. ¡Ahora comprendía! Se puso a trabajar. Durante varios días estuvo encerrado en su laboratorio. Y una tarde se acercó a V.Z.1 llevando de la mano a otro robot, casi idéntico, pero con los ojos de ópalo.
_ Muchachos _ dijo _ los voy a presentar: V.Z.1 este es V.Z.2. Espero que sean muy buenos amigos.
_ ¡Prin! _ hizo V.Z.1.
_ ¡Prin! _ hizo V.Z.2.
Y ambos extendieron sus rígidas manazas hasta rozarse los dedos. No escapó a la observación del profesor, el fugaz resplandor que brotó al establecerse ese contacto. ¡Claro!, eso no tenía explicación científica, aunque...
Pero antes de que el doctor Krum entrara en razonamientos más profundos, _ ¡Prin! _ V.Z.1 le ofrecía una respuesta:
“Gracias. No somos perfectos si no tenemos un amigo. Ni siquiera los robots”.
_ Ejem, ejem... _ carraspeó el profesor. Y palmeando la metálica espalda de V.Z.1 dijo satisfecho:
_ ¿Sabes? ¡Creo que ésta es la más hermosa de tus respuestas!
“¿Cuánto tardaría en llegar a Groenlandia caminando?”. Al segundo, ¡Prin!, la tiesa mano de V.Z.1 se alzaba con la respuesta justa:
“Diecinueve años, siete meses, veintinueve días, cinco horas, ocho minutos, cinco segundos y un ratito más. ¡Ah, y no lleve heladera, no la va a necesitar!”
_ ¡Oh, V.Z.1! ¡Sos formidable, y además, tenés sentido del humor! _ exclamaba satisfecho el investigador.
Otras veces le preguntaba: “¿Cuánto pesa un elefante al nacer?”
¡Prin!, la respuesta: “Noventa kilos. Y como al venir al mundo, llora, igual que los chicos, usa la trompa, como si fuera el revés de la manga, para secarse las lágrimas”.
_ ¡Ah, V.Z.1! ¡No hay dudas... , qué perfección! _ reconocía con orgullo el profesor Krum. Y volvía a poner a prueba su invento.
_ A ver, respóndeme ahora: ¿Qué es un paraguas?
_ ¡Prin! Un paraguas es un bastón con polleras.
_ ¡Jajajá! ¡Oh, V.Z.1 sos genial y …, sobre todo, muy divertido!
¿Y si jugamos a los “colmos”? _ Y una tras otra echaba las tarjetas.
_ ¿Cuál es el colmo de un bombero?
_ ¡Prin! Tener muchos humos.
_ ¿Y qué más?
_ Cocinar un guiso a fuego lento.
_ ¡Jojojó! ¡Bravo V.Z.1! _ E iba otra tarjeta. _ ¿Y el colmo de un relojero?
_ ¡Prin! El colmo de un relojero es tener un tic... nervioso.
_ ¡Jajajá... jojojó! _ El profesor Krum se regocijaba. ¡Su obra era todo un acierto de precisión! Y apretando los botones del tablero-guía, dejaba a V.Z.1 por fin en reposo.
Y allí quedaba el robot; su pesada y geométrica figura arrinconada, las grandes manos de metal tiesas, y los ojos de ágata apagados mirando la nada.
Una mañana, el profesor Krum se acercó con su problema:
_ ¿De dónde vienen los platos voladores?
El investigador esperó. ¡Nada! El conocido ¡Prin! que anticipaba las respuestas no se hizo oír.
_ ¡Hum! ¡A ver esta otra! _ murmuró el científico introduciendo una nueva pregunta _. ¿Cuál es la presión atmosférica y la temperatura de este momento en Bombay?
¡Pero nada! ¡Silencio y quietud absolutos! Extrañado, el profesor Krum se acercó a V.Z.1. Palpó su cabeza y la caja blindada de su cuerpo; fue al tablero. ¡Todo estaba en perfectas condiciones!
_ ¡Vamos, muchacho de lata! _ dijo burlón. _ ¡Respóndeme!
Pero no hubo caso. Ya impaciente, el profesor tomó sus destornilladores, pinzas y contactos... ¡Plin, plan, chin, plun...! desarmó al robot, y luego, minuciosamente, lo volvió a armar. Engranajes, válvulas, cables, pilas, sensores, ¡Todo estaba en orden!
_ ¡Ahora probaremos con una pregunta divertida!, ¿eh, V.Z.1? Y a continuación puso una tarjetita humorística.
Más no hubo nada que hacer. El robot, aparentemente perfecto, no funcionaba ya.
Días y noches pasó el profesor tironeándose las barbas y piensa que te piensa, hasta que una mañana fue hacia V.Z.1 con una tarjeta que decía: “¿Qué te pasa? ¿Qué necesitas?”
¡Prin! El sacudón sonó en los oídos del doctor como la campanilla de un hada. La rígida mano tendía la respuesta: “Me siento solo. Necesito un amigo”.
Los ojos del profesor Krum se iluminaron primero y se empañaron después. ¡Ahora comprendía! Se puso a trabajar. Durante varios días estuvo encerrado en su laboratorio. Y una tarde se acercó a V.Z.1 llevando de la mano a otro robot, casi idéntico, pero con los ojos de ópalo.
_ Muchachos _ dijo _ los voy a presentar: V.Z.1 este es V.Z.2. Espero que sean muy buenos amigos.
_ ¡Prin! _ hizo V.Z.1.
_ ¡Prin! _ hizo V.Z.2.
Y ambos extendieron sus rígidas manazas hasta rozarse los dedos. No escapó a la observación del profesor, el fugaz resplandor que brotó al establecerse ese contacto. ¡Claro!, eso no tenía explicación científica, aunque...
Pero antes de que el doctor Krum entrara en razonamientos más profundos, _ ¡Prin! _ V.Z.1 le ofrecía una respuesta:
“Gracias. No somos perfectos si no tenemos un amigo. Ni siquiera los robots”.
_ Ejem, ejem... _ carraspeó el profesor. Y palmeando la metálica espalda de V.Z.1 dijo satisfecho:
_ ¿Sabes? ¡Creo que ésta es la más hermosa de tus respuestas!
_ Responder…
1)
¿Cómo le hacia preguntas el
profesor krum a V.Z.1?
2)
¿Qué respondió V.Z.1 cuando se le
preguntó sobre cuál era el colmo de un bombero?
3)
¿Qué hizo el profesor krum cuando
V.Z.1 no empezó a responder a las preguntas?
4)
¿Qué pasó luego que V.Z.1 dijo que
necesitaba un amigo?
5)
¿Qué respuesta interesante ofreció
finalmente V.Z.1?
_ Marcar con X la respuesta correcta.
♦ Para llegar a Groenlandia caminando se tardaría …
diecisiete años ( ) diecinueve años ( )
dieciséis años ( )
♦ Un elefante al nacer pesa…
setenta kilos ( ) ochenta kilos ( ) noventa kilos ( )
♦ El colmo de un relojero es tener un …
tic
nervioso ( ) reloj de juguete ( ) celular ( )
♦ Una de las preguntas del profesor Krum era de dónde
vienen los…
peces
voladores ( ) platos voladores ( )
autos voladores ( )
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