Mentiras
en la cordillera
_ Los diaguitas son indios que vuelan _ decía Pablito Godoy. Y todos sus amigos
se reían.
_ Los cóndores caen en picada porque hacen huecos en la tierra. Una vez que
hacen un hueco, buscan cuevas de topos. A los cóndores les encanta comer topos
_ decía Pablito Godoy. Y algunos chicos se reían y otros se quedaban pensando.
_ Si uno prende un fósforo al pie de la cordillera nevada, llega un momento en
el que se derrite todo el hielo, hasta el de las altas cumbres _ decía Pablito
Godoy.
Y algunos amiguitos se revolcaban por el piso de risa y otros, cuando nadie los
veía, se iban hasta el pie de la cordillera y trataban de derretir el hielo de
las montañas. Y claro, lo único que conseguían era gastar fósforos y morirse de
frío.
Es que Pablo Godoy decía muchas cosas. Se la pasaba hablando en el campamento
de El Plumerillo. Allí había ido a parar desde San Luis con sus padres y sus
dos hermanos (él decía que eran noventa y cuatro y daba los nombres de cada
uno). El papá era herrero y el general San Martín,
que estaba
armando su ejército en Mendoza, había dado la orden de reclutar a la mayor
cantidad posible de herreros de la región para fabricar armas. Y su hijo Pablo,
que desde chico se quedaba como hipnotizado por el fuego de la fragua donde su
papá fundía el hierro, le había salido muy fantasioso.
_ Mi papá _ decía Pablo Godoy _ hace caballos de hierro.
_ Pero no cabalgan, son como estatuas _ le respondieron una vez.
Pablo se hipnotizó cuatro segundos como si mirara una llama y contestó:
_ Sí que cabalgan. Porque mi papá también hace ruedas y se las pone en las
patas. Así que uno les da el primer empujón y después cabalgan todo lo que
quieren.
A Pablo Godoy se le podía creer o no. Pero lo que no se podía era no hacerse
amigo de él o dejarlo sin la última palabra. Siempre inventaba una respuesta
para todo. Por eso se hizo tan conocido en El Plumerillo. Para algunos era un
chico muy divertido. Otros decían que tenía una gran imaginación. Pero otros
opinaban que era un tremendo mentiroso. Y eso, claro, preocupaba muchísimo a
sus padres. Que no eran conocidos como Gregorio y Laureana sino como los padres
de
“Pablo el
inteligente”, “Pablo el charlatán”, “Pablo el pícaro” o “Pablo el mentiroso”,
según quien hablara de él.
Las ocurrencias de Pablo se contaban en las mesas del campamento y en los
fogones. Y un día llegaron a oídos del propio San Martín, quien le dijo a uno
de sus lugartenientes:
_Quiero conocer a ese mocito. Y también a los padres de ese mocito.
¡Para qué! ¡El susto que se pegaron los Godoy cuando el lugarteniente llegó a
su casa con la citación para los tres! ¡Con la fama de severo que tenía San
Martín! Así que trataron de que nadie se enterara y el día indicado fueron a
presentarse ante el general.
Los padres pensaban que hasta podían ser echados del campamento. Pablo, en
cambio, fue lo más tranquilo: creía que lo iban a poner al frente de un
batallón.
San Martín y los Godoy tuvieron una larguísima charla. Pablo y sus padres
salieron contentísimos de la carpa del general. Los padres miraban al hijo con
orgullo, le tocaban la cabeza y celebraban sus ocurrencias:
_ Les voy a decir que al general San Martín no le obedece nadie. Y les voy a
decir que los soldados desertan porque tienen miedo de pelear con los
españoles. Y les voy a decir que yo me escapo del campamento para jugar con
ellos porque acá ya no hay casi nadie y me aburro. Y les voy a decir que el
Ejército de los Andes casi no tiene armas de fuego sino palos y piedras. Y les
voy a decir que muchos se niegan a cruzar la cordillera, pero que San Martín es
un testarudo y que igual la va a cruzar por el sur con los pocos que lo van a
acompañar. Y les voy a decir que mi propio papá, que es herrero, hizo unos
cañones que le salieron tan, pero tan mal que las balas se dispararon para
atrás y nuestros únicos artilleros quedaron todos patas para arriba.
A partir del día siguiente Pablo comenzó a salir en el lomo de una mula antes
de que aclarara y a volver muy tarde de noche. Se pasaba el día jugando y
contándoles mentiras a sus nuevos amigos, los indiecitos pehuenches. Sus
padres, los pehuenches grandes, por ese entonces ayudaban a los españoles que
gobernaban Chile y que los tenían aterrorizados.
Así que cuando San Martín cruzó la cordillera con un montón de soldados (¡cinco
mil cuatrocientos!), un montón de fusiles, un montón de pistolones y un montón
de cañones, los españoles estaban de lo más tranquilos bostezando recostados en
la cuesta de Chacabuco. Estaban confiados porque la cuesta de Chacabuco quedaba
en el norte y no en el sur por donde creían que iba a atacar San Martín. Y es
que eso es lo que les había contado Pablo a los pehuenchitos, los pehuenchitos
a los pehuenches y los pehuenches a los españoles.
No podían creer que se les viniera encima semejante ejército. ¡Si les habían
dicho que San Martín iba a atacar con palos, piedras y con unos pocos soldados!
En el campamento de El Plumerillo hubo festejos cuando llegó la noticia de la
victoria de Chacabuco. A pesar de los ruegos, a Pablito Godoy no lo habían
dejado cruzar la cordillera. Pero todos se acercaron a su fogón para escuchar
las historias que contaba con los ojos fijos en la llama:
_ De un solo sablazo me ensarté a cuatros realistas que venían corriendo en
fila. ¿Se creían que se iban a escapar de nuestro ataque sorpresa? ¡Jamás! Eso
sí. ¡El sable me quedó como una brochette!
Vicente Muleiro
_ Responder…
1)
¿Cuáles eran algunas de las mentiras de Pablito Godoy?
2)
¿De qué trabajaba el papá de Pablito Godoy?
3)
¿Quién quería conocer a Pablito Godoy?
4)
¿A qué tribu india les contó mentiras Pablito Godoy?
5)
¿Por qué se sorprendieron los españoles sobre el ejército de San
Martín?
_ Indicar si las siguientes
afirmaciones son verdaderas (v) o falsas (f).
☻El campamento de El Plumerillo quedaba en
la provincia de San Juan.
v ( ) f ( )
☻Los indios pehuenches ayudaban a los españoles que gobernaban Chile.
v ( ) f ( )
☻El ejército de San Martín obtuvo una
derrota en la batalla de Chacabuco.
v ( ) f ( )